Parte II, Capitulo 2

Capitulo 2

Por un momento temí que hubiera dicho todo en voz alta. Solo fue un momento y la sangre pareció haberse coagulado en mis venas, el temor ocasionó un millón de latidos de más en aquel pobre musculo excesivamente malogrado llamado corazón, y mi vejiga parecía querer desprenderse en cualquier instante, pero luego supe que no había dicho nada. Solo era un pensamiento, una voz susurrante que contaba todo lo que yo había estado guardándome, aunque algunos temas no los entendía del todo ¿Reglas? ¿Inocentes? ¿Angélica atrapada? Todo incomprensible, pero en el interior de mi ser sabia que cada cosa era verdad, real, palpable. Si en algún momento de la vida estuve segura de algo fue en ese momento. Aunque probablemente me estaba volviendo loca me importaba un comino, en este  lugar todo estaba formado por meras fachadas, y aunque jamás fui creyente de cosas mas allá de lo que se puede probar, en ese momento tenía el presentimiento de que aquí sucedía algo inverosímil y peligroso. Esa sensación recorría cada una de mis terminaciones nerviosas desde el día anterior, pero solo hoy las acepté como algo mío, personal y verídico. Ya no las ocultaría más.
—Si hay un problema — Todos parecieron sorprendidos de que hablara. Noté con cierto humor, que había permanecido mirando al vacío durante mucho tiempo—. A mi compañera de cuarto le ha pasado algo malo. Parece desaparecida, y se lo que le ha ocurrido.
Alanora entrecerró los ojos, estos se iluminaron con una gélida malicia y por poco digo Touche.
— ¿De que hablas? —Preguntó ella secamente. Javier se levantó de su puesto y agarro mi mano con la suya. El gesto fue una sorpresa—. ¿Te has vuelto loca?
—El océano —Dije sonriendo—. Suena hermoso ¿No lo crees? —Apreté la mano de Javier cuando la expresión de Alanora se convirtió en una mueca de ira—. ¿Te sucede algo malo amiga?
— ¡El océano no existe! —Gritó con histeria—. ¡Es indebido que lo escuches! ¡Es contra las reglas!
Todo aquel que estaba dentro del salón se volvió hacia Alanora. Algunos la miraron con frialdad pero muchos otros hicieron una mueca despectiva. Entre ellos empezaron a murmurar. La piel de Alanora perdió el color y su cuerpo se tenso de tal manera, que se notaban sus tendones bajo la piel del brazo. De un segundo a otro se relajó por completo y me sonrió amablemente.
»Lo siento. Hoy no he dormido muy bien. Dame unos minutos y hablamos.
Diciendo esto salió del salón, con la chica serpiente tras ella.
Javier siguió sosteniendo mi mano cuando se tomo la frente con la mano libre. Parecía demasiado agotado como para ser saludable, tenía círculos oscuros bajos sus ojos, una posición ligeramente encorvada y la piel estaba casi tan pálida como la de Alanora, era alarmante. Él se mantuvo en esa posición por un momento y luego sonriendo se volvió hacia mí.
—Por alguna razón me encantó como la has desequilibrado.
Asentí.
—A mi realmente me ha gustado mucho. Es algo cruel pero, siento que en este lugar todo es una bendita fachada…
—Te dije que no debías confiar —Dijo Javier con tono ronco—. Es bueno que confíes en mí, aunque no me gusta que lo hagas con mucha frecuencia, y menos en Tenebrarum.
—En el momento que dijiste que no confiara en nadie es porque has confiado en mi —Repliqué con tono irónico. Puse mi mejor voz de computadora, mientras mi rostro quedaba pétreo—. Disculpe, fallo del sistema.
—O si —Javier soltó una risilla iluminando su agotado rostro— Que mal chiste Pao. ¡Jesús!
— ¿Que?
—Paola Villa contando un chiste es algo impresionante —Puso una expresión estupefacta en sus rostro—. Dios nos proteja…
—Puedes tomar tu Dios y…
Antes de terminar una carraspeó en la puerta nos sobresaltó. Solté la mano de Javier sutilmente (No quería que pensara que rechazaba el gesto) y me di la vuelta. En la entrada estaba una mujer de piel canela, de gran altura y esbelta figura. Llevaba puesto un vestido corto de color rojo sangre, unos tacones de al menos diez centímetros de alto y un peinado extraño, eso que vez en películas de antaño, donde las mujeres usaban pelucas. La mujer tenía una expresión pétrea, típica de los jueces que han durado años viendo y escuchando cosas amargas.
—Ya veo que ha hecho buenos amigos Paola Villa Meni. Me encanta su comodidad —Dijo con un tono que rosaba el sarcasmo—. Ahora si es tan amable siéntese, al igual que usted señor Javier Noral —Todos en el salón hicieron lo que ordenaba—. Hoy —Se sentó en su escritorio, colocó un portafolio grueso de color marrón oscuro en él y nos miró con apatía—, estudiaremos los sucesos astronómicos mas relevantes de los últimos años…
Y así comenzó la clase mas complicada que había visto en mi vida.

Parte II, Capitulo 1

Parte II
Jamás Robes a Dios

Capitulo 1

Cuando abrí los ojos en ese lugar silencioso, la luz de la bombilla me cegó por varios segundos. Luego recuperé la capacidad de ver, el sentido de orientación y el equilibrio suficiente como para lograr levantarme. Me encontraba en un lugar totalmente desconocido. Era un cuarto, intuía que de un hombre. En las paredes, estaban colocados varios afiches de autos de carrera (Los cuales me preguntaba de donde los habían sacado), en el armario de concreto, sobresalían mangas de franela oscuras y el lugar era un cochinero total, bolsas de papas desperdigadas aquí y allá, envolturas de oreos y chocolates, medias, franelas, etc. Sinceramente el limpiar no debería ser algo tan peligroso como para no hacerlo. Ahora el problema era ¿Cómo rayos había llegado allí? Y algo más interesante ¿En donde estaba? Atónita eche a caminar hacia la puerta pesando en las probabilidades de que fuera sonámbula, y si lo era, tendría que encadenarme a la cama.
—Lo que faltaba…
Tomé y una oscura sensación se instaló en mi mente. Se debía a Angélica, pensar en ella me dolía profundamente, como si la hubiera perdido por alguna razón, eso era absurdo, habíamos peleado nada mas, era consiente de que fue bastante malo ¿Acaso no podríamos redimirnos? ¡Que se redimiera ella! Grito mi lado egoísta. No ella no tenia porque hacerlo, todo era culpa de David, el muy  bastardo había empezado a meter cizañas.
Al pensar en David me detuve con la mano en el pomo de la puerta, lo aborrecía, lo odiaba con todas las fuerzas de mi alma, deseaba matarlo, agarrarlo por su hermosa nuca y zarandearlo hasta rompérsela, quemarlo, cortarlo, desgarrarlo…
El pomo seguía allí impasible, y la puerta una estaba cerrada cando levanté la mirada hacia el techo. Estaba totalmente loca, la ansiedad y el estrés convirtieron a mi mente en un conjunto de masa y circuitos inservibles.  No podía pensar de esa manera, yo no era una asesina, podría tener malas ideas algunas veces, esta bien, muchas veces unas muy, pero muy malas ideas en verdad, pero nunca había pensado con tanta maldad en mi corazón, hacer daño a una persona de esa manera era psicópata ¿Estaba perdiendo la razón? En el fondo de mi mente había una vocecilla que gritaba con autentica histeria: “¡No! ¡No la estas perdiendo, todo es real maldita seas!” y el lado casi realista susurraba con un toque de burla: “¿Piensas que no la estas perdiendo? ¿En que mundo razonable matarías a tu hermana? ¡Estas en un psiquiátrico amarrada mientras imaginas todo este espectáculo!” y se echaba a reír. Diablos estaba completamente loca.
Preferí olvidad el miedo por Angélica, el homicida odio por David y el echo de que cierto cerebrito estaba empezando a fallar y puse mas atención en el echo de que estaba en una habitación de algún chico que por obra del destino, no había dormido en ese lugar, porque imaginar que despertara y me encontrara en su cuarto me daba una exagerada vergüenza. Abrí la puerta casi que con sigilo y di un paso atrás de golpe. Fuera unos azules ojos me contemplaron con absoluta curiosidad.
—Yo… ¡No estaba haciendo nada malo! —Chillé como loca. Claro, luego me di cuenta que era lo primero que decía un criminal cuando lo pillaban—. Digo, es que…
El chico se encorvo un poco mirando al suelo. Estaba demasiado delgado, casi al borde de la desnutrición, era un poco mas bajo que yo y tenia esa tez marfil pálido que roza el blanco, el cabello mal recortado negro le caía por la frente tapando su rostro y las manos temblaban ligeramente en sus costados. Parecía intimidado ¿Por mi? ¡Jesús!
—Lo siento–Susurró con un hilo de voz—. Yo solo… escuche un grito y quise saber que había pasado.
—Pues aquí no hay nada—. Dije avergonzada. ¿Habría gritado? —. Acabo de salir de esta habitación y estaba totalmente vacía —Llevada por la inteligencia proseguí—. Yo andaba por las escaleras y escuché a alguien gritar, por eso vine a revisar a la habitación de…
—David. —Culminó el levantando la vista.
Yo lo miré aterrada.
— ¡¿Es la habitación de David?! — Noté algo tarde que había gritado. El chico dio un paso atrás con expresión mortificada—. Lo siento tanto. No es que esté enfadada es que… Es que… ¿Estas seguro que esta es su habitación?
—Si, es la habitación de él. —Su voz siempre susurrante parecía algo mas baja.
Lo miré estupefacta. Estaba en la habitación de David, de el loco, bastardo y acosador David ¿Y que hacia allí? Sabría Dios. Aunque en realidad no es que creyera en Dios, pero sinceramente sabría todo el mundo menos yo.
—Esta bien, muchas gracias. Por cierto como no hay nadie allí, puede que el que gritara fuera alguien sin oficio que echara a correr. Así que no te preocupes ¿Vale? –Dije guiñándole un ojo.
No me devolvió el guiño pero con una voz un poco mas firme respondió:
—Vale.
Cuando llegué a mi habitación seguía pensando en el chico. Como una tonta había olvidado preguntar su nombre. No me cabía en la cabeza que alguien como él estuviera en este lugar, mucho menos que fuera algún criminal peligroso. Parecía de unos catorce años como máximo, y daba la sensación de que le temía hasta a su propia sombra. Pobre. Además de eso, pensar en la escena pasada casi me provocaba un ataque de ansiedad. Despertar en la habitación de David… Que horror. El solo pensar que él estuviera allí era aterrador, lo que se podría imaginar si yo entrara en su habitación en medio de la noche, siendo un acosador total. Igualmente si hubiera intentado algo, con el odio que sentía por él tal vez hasta lo hubiera castrado.
Al día siguiente pregunté a medio Tenebrarum (Literalmente) si habían visto a Angélica. Nadie sabia nada sobre ella, y eso me estaba martirizando. Cuando llegué al salón descubrí a un Javier cansado y medio despierto, medio dormido en la mesa de su puesto. Puse mala cara, ya era mi segundo día en este lugar y él mi único amigo, no permitiría que durmiera como una princesa maldita.
— ¡Despiértate! —Grité con fuerza. Javier se irguió sobresaltado y comenzó a palparse los ojos. De nuevo—. ¿Tienes algún problema con tus ojos?
El se quedo contemplándome. Abría y cerraba la boca como si se hubiera olvidado del castellano. Luego de un momento soltó algo parecido a un gruñido.
—Vuelvo a agradecerte por despertarme. Cristo, muchas gracias —Lo dijo con tanto sentimiento que lo miré atónita, esperaba un… ¡Te odio! Por despertarlo, pero nunca esto—. ¿Cómo dormiste anoche?
Por un momento mi mente se fue de viaje y olvidé (Al igual que Javier) como se hablaba en castellano.
—Bien… creo yo…
En ese momento se abrió la puerta y entró con paso seguro o tal vez arrogante Alanora y su excéntrica amiga. Llegaron hasta donde estábamos y se nos quedaron mirando. Alanora saludo con voz animada.
— ¡Hola Pao! ¿Qué tal tu día?
Por su parte la rarita serpiente no dijo pio.
Por mi parte el viaje espacial que había echo mi mente se detuvo abruptamente y volví a pensar.
—Bien. —Contesté con una sonrisa forzada.
—No lo pareces Pao.
—Son tus ideas… —En ese momento una sensación de liberación fue recorriendo mi cuerpo hasta quedar como una completa colocada.
“No estoy bien ¿Sabes porque? Porque aunque brillas de entusiasmo, eres amable y tratas de ser mi amiga, se que eres una mentira, una simple fachada de algo que no debería existir, y acecha en las sombras esperando por alguien lo suficientemente tonto como para caer en tus garras. No estoy bien, porque he terminado dentro de este agujero lleno de víboras que tratan de alcanzarme, siento que me asfixio y todos se ríen de eso. Porque a las únicas personas que de verdad son inocentes en este lugar ya los han atrapado. Porque ayer a mi compañera de piso la arrastraron a sus trampas y porque mi único amigo esta perdiendo el juego y las reglas no lo pueden salvar. Así que puedes irte con tus idiotas preguntas a otro lado, estúpida creación inexistente, ya que hoy no estoy de buen humor”.