Parte II, Capitulo 1

Parte II
Jamás Robes a Dios

Capitulo 1

Cuando abrí los ojos en ese lugar silencioso, la luz de la bombilla me cegó por varios segundos. Luego recuperé la capacidad de ver, el sentido de orientación y el equilibrio suficiente como para lograr levantarme. Me encontraba en un lugar totalmente desconocido. Era un cuarto, intuía que de un hombre. En las paredes, estaban colocados varios afiches de autos de carrera (Los cuales me preguntaba de donde los habían sacado), en el armario de concreto, sobresalían mangas de franela oscuras y el lugar era un cochinero total, bolsas de papas desperdigadas aquí y allá, envolturas de oreos y chocolates, medias, franelas, etc. Sinceramente el limpiar no debería ser algo tan peligroso como para no hacerlo. Ahora el problema era ¿Cómo rayos había llegado allí? Y algo más interesante ¿En donde estaba? Atónita eche a caminar hacia la puerta pesando en las probabilidades de que fuera sonámbula, y si lo era, tendría que encadenarme a la cama.
—Lo que faltaba…
Tomé y una oscura sensación se instaló en mi mente. Se debía a Angélica, pensar en ella me dolía profundamente, como si la hubiera perdido por alguna razón, eso era absurdo, habíamos peleado nada mas, era consiente de que fue bastante malo ¿Acaso no podríamos redimirnos? ¡Que se redimiera ella! Grito mi lado egoísta. No ella no tenia porque hacerlo, todo era culpa de David, el muy  bastardo había empezado a meter cizañas.
Al pensar en David me detuve con la mano en el pomo de la puerta, lo aborrecía, lo odiaba con todas las fuerzas de mi alma, deseaba matarlo, agarrarlo por su hermosa nuca y zarandearlo hasta rompérsela, quemarlo, cortarlo, desgarrarlo…
El pomo seguía allí impasible, y la puerta una estaba cerrada cando levanté la mirada hacia el techo. Estaba totalmente loca, la ansiedad y el estrés convirtieron a mi mente en un conjunto de masa y circuitos inservibles.  No podía pensar de esa manera, yo no era una asesina, podría tener malas ideas algunas veces, esta bien, muchas veces unas muy, pero muy malas ideas en verdad, pero nunca había pensado con tanta maldad en mi corazón, hacer daño a una persona de esa manera era psicópata ¿Estaba perdiendo la razón? En el fondo de mi mente había una vocecilla que gritaba con autentica histeria: “¡No! ¡No la estas perdiendo, todo es real maldita seas!” y el lado casi realista susurraba con un toque de burla: “¿Piensas que no la estas perdiendo? ¿En que mundo razonable matarías a tu hermana? ¡Estas en un psiquiátrico amarrada mientras imaginas todo este espectáculo!” y se echaba a reír. Diablos estaba completamente loca.
Preferí olvidad el miedo por Angélica, el homicida odio por David y el echo de que cierto cerebrito estaba empezando a fallar y puse mas atención en el echo de que estaba en una habitación de algún chico que por obra del destino, no había dormido en ese lugar, porque imaginar que despertara y me encontrara en su cuarto me daba una exagerada vergüenza. Abrí la puerta casi que con sigilo y di un paso atrás de golpe. Fuera unos azules ojos me contemplaron con absoluta curiosidad.
—Yo… ¡No estaba haciendo nada malo! —Chillé como loca. Claro, luego me di cuenta que era lo primero que decía un criminal cuando lo pillaban—. Digo, es que…
El chico se encorvo un poco mirando al suelo. Estaba demasiado delgado, casi al borde de la desnutrición, era un poco mas bajo que yo y tenia esa tez marfil pálido que roza el blanco, el cabello mal recortado negro le caía por la frente tapando su rostro y las manos temblaban ligeramente en sus costados. Parecía intimidado ¿Por mi? ¡Jesús!
—Lo siento–Susurró con un hilo de voz—. Yo solo… escuche un grito y quise saber que había pasado.
—Pues aquí no hay nada—. Dije avergonzada. ¿Habría gritado? —. Acabo de salir de esta habitación y estaba totalmente vacía —Llevada por la inteligencia proseguí—. Yo andaba por las escaleras y escuché a alguien gritar, por eso vine a revisar a la habitación de…
—David. —Culminó el levantando la vista.
Yo lo miré aterrada.
— ¡¿Es la habitación de David?! — Noté algo tarde que había gritado. El chico dio un paso atrás con expresión mortificada—. Lo siento tanto. No es que esté enfadada es que… Es que… ¿Estas seguro que esta es su habitación?
—Si, es la habitación de él. —Su voz siempre susurrante parecía algo mas baja.
Lo miré estupefacta. Estaba en la habitación de David, de el loco, bastardo y acosador David ¿Y que hacia allí? Sabría Dios. Aunque en realidad no es que creyera en Dios, pero sinceramente sabría todo el mundo menos yo.
—Esta bien, muchas gracias. Por cierto como no hay nadie allí, puede que el que gritara fuera alguien sin oficio que echara a correr. Así que no te preocupes ¿Vale? –Dije guiñándole un ojo.
No me devolvió el guiño pero con una voz un poco mas firme respondió:
—Vale.
Cuando llegué a mi habitación seguía pensando en el chico. Como una tonta había olvidado preguntar su nombre. No me cabía en la cabeza que alguien como él estuviera en este lugar, mucho menos que fuera algún criminal peligroso. Parecía de unos catorce años como máximo, y daba la sensación de que le temía hasta a su propia sombra. Pobre. Además de eso, pensar en la escena pasada casi me provocaba un ataque de ansiedad. Despertar en la habitación de David… Que horror. El solo pensar que él estuviera allí era aterrador, lo que se podría imaginar si yo entrara en su habitación en medio de la noche, siendo un acosador total. Igualmente si hubiera intentado algo, con el odio que sentía por él tal vez hasta lo hubiera castrado.
Al día siguiente pregunté a medio Tenebrarum (Literalmente) si habían visto a Angélica. Nadie sabia nada sobre ella, y eso me estaba martirizando. Cuando llegué al salón descubrí a un Javier cansado y medio despierto, medio dormido en la mesa de su puesto. Puse mala cara, ya era mi segundo día en este lugar y él mi único amigo, no permitiría que durmiera como una princesa maldita.
— ¡Despiértate! —Grité con fuerza. Javier se irguió sobresaltado y comenzó a palparse los ojos. De nuevo—. ¿Tienes algún problema con tus ojos?
El se quedo contemplándome. Abría y cerraba la boca como si se hubiera olvidado del castellano. Luego de un momento soltó algo parecido a un gruñido.
—Vuelvo a agradecerte por despertarme. Cristo, muchas gracias —Lo dijo con tanto sentimiento que lo miré atónita, esperaba un… ¡Te odio! Por despertarlo, pero nunca esto—. ¿Cómo dormiste anoche?
Por un momento mi mente se fue de viaje y olvidé (Al igual que Javier) como se hablaba en castellano.
—Bien… creo yo…
En ese momento se abrió la puerta y entró con paso seguro o tal vez arrogante Alanora y su excéntrica amiga. Llegaron hasta donde estábamos y se nos quedaron mirando. Alanora saludo con voz animada.
— ¡Hola Pao! ¿Qué tal tu día?
Por su parte la rarita serpiente no dijo pio.
Por mi parte el viaje espacial que había echo mi mente se detuvo abruptamente y volví a pensar.
—Bien. —Contesté con una sonrisa forzada.
—No lo pareces Pao.
—Son tus ideas… —En ese momento una sensación de liberación fue recorriendo mi cuerpo hasta quedar como una completa colocada.
“No estoy bien ¿Sabes porque? Porque aunque brillas de entusiasmo, eres amable y tratas de ser mi amiga, se que eres una mentira, una simple fachada de algo que no debería existir, y acecha en las sombras esperando por alguien lo suficientemente tonto como para caer en tus garras. No estoy bien, porque he terminado dentro de este agujero lleno de víboras que tratan de alcanzarme, siento que me asfixio y todos se ríen de eso. Porque a las únicas personas que de verdad son inocentes en este lugar ya los han atrapado. Porque ayer a mi compañera de piso la arrastraron a sus trampas y porque mi único amigo esta perdiendo el juego y las reglas no lo pueden salvar. Así que puedes irte con tus idiotas preguntas a otro lado, estúpida creación inexistente, ya que hoy no estoy de buen humor”.

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