Capitulo 11

Capitulo 11

Esto ya había ocurrido con anterioridad, estaba extrañamente segura, y, aunque no recordara nada de los sucesos pasado sabia que toda la escena era repetida, al igual que una película que vuelves a ver varios años después de la primera vez, y sabes que la has visto, pero no recuerdas la trama, ni tampoco el desenlace.
El suelo se sentía rudimentario entre mis piel descalzo, había una puerta hasta donde podía precisar y en ese momento mis manos estaban colocadas en un encendedor de bombillas, el terror a lo desconocido fue el principal culpable de mi inevitable congelación, temía encender la luz, temía lo que habría y lo mas curioso temía que ellos me verían. El problema es que ignoraba quienes eran “Ellos”, así que todo ese comportamiento era irracional.
Un segundo después se escuchó un suave sollozo.
Y encendí la luz.
Pero lo que encontré no fue para nada lógico. Estaba frente a un árbol, no era un simple árbol, era el más extraño, hermoso y a la vez horroroso que hubiera observado en mi vida. Totalmente negro, brumoso y por un momento pensé que se movía, cuando me di cuenta lo que en realidad era estuve a punto de caer hacia atrás. No era un árbol, era una protuberancia de serpientes que se enroscaban entre si y formaban ramificaciones brillantes, negras y asquerosas. Desde el árbol, o nido, o pesadilla, había un rostro sobresaliendo. Parecía una niña, y Dios quisiera que solo me lo imaginara, todo el cuerpo que debió estar allí, había sido ocultado por las serpientes. Las aludidas, solo se movían alrededor del rostro, sin tocarlo, como si fuera el núcleo de algo que no entendía en lo absoluto. El rostro estaba contorsionado por lo que pienso era dolor, o terror. Cuando intenté dar un paso atrás con el miedo helándome las entrañas, y la bilis luchando por subir en mi garganta, los ojos del rostro se abrieron y me observaron con curioso afán.
-Cristo –Susurré aterrada.
Ni en el mismo infierno podría imaginarme estar en esa situación. Era algo incorrecto, inverosímil, mal. Si eso lo explicaba, todo estaba mal. Porque en el mismísimo instante que nuestras miradas hicieron conexión, todo regresó a mi memoria, el sentido y las distorsiones, la explicación a los sucesos. En verdadero reflejo de Tenebrarum y su conexión a la realidad del universo. En el momento que aquellos ojos se enfocaron en los míos, comprendí con terrible frialdad, que era en realidad Tenebrarum, un prisión, fuera de nuestra realidad, un lugar donde debíamos luchar por ganar el premio gordo, o perder el derecho a nuestra existencia.
Loren, la chica entre las serpientes había sido atrapada por ellos. No había manera de que la salvara, cuando jamás la había conocido, en el mundo vigilia. Solo le había visto en el sueño, en un sitio inexistente ¿Era algo comprensible cierto? No podía ayudar a la niña llamada Loren porque nuestros mundos nunca se habían conectado, éramos desconocidas, sin habernos visto y tampoco tocado. Estábamos en planos diferentes dentro de este lugar, al que los prisioneros de Tenebrarum habíamos nombrado como reflejo.
La niña comprendía que no le salvara, como también el hecho de que pronto comenzaría su agonía. Ser usada de juego para seres ajenos a nuestro mundo, llevada al borde de la locura y repentinamente dejarla sanar para luego volver a comenzar. En el reflejo, no podíamos morir, peor, sufríamos en nuestras mentes el daño que recibíamos multiplicado por diez, aun sin afectar el cuerpo ajenos al dolor. Ella comprendía muy bien, y solo asintió o eso me imaginé que intentó hacer, luego sonrió. Una mueca de resignación y tristes que amenazaba con romperme el corazón. Llore de impotencia.
—Tengo que salvarla… —Ella volvió a asentir y esta vez su sonrisa fue de apoyo moral—. Te prometo —Solté un suave sollozo—. Te… prometo, que te buscaré, te encontraré en Tenebrarum para luego salvarte. Ella no te tendrá por siempre.
De la chica brotaron sendas lágrimas de esperanza.
—Perdón. –Dije tristemente y escuche el océano; su fuerte retumbar en un lejano paisaje, el mundo alrededor empezó a difuminarse como una foto siendo humedecida hasta que la tinta empezaba a dispersarse. Por ultimo tuve la intuición, de que pronto la vería de nuevo.
 “Cincuenta y ocho…”
Levante mi dormido cuerpo de la cama en un movimiento brusco y veloz. Sin siquiera revisar mi estado abrí la puerta de la habitación y eche a correr por el pasillo. En el cruce hacia la escalera choqué con una pareja de estudiantes en plena beso.
“Cuarenta y siete…”
Los miré a los ojos y supe que no eran estudiantes, al diablo, ni siquiera eran humanos. En sus miradas centelleo el conocimiento, se dieron cuenta que tenia mis recuerdos, pero, no podían hacer nada. En este lado había reglas.
“Cuarenta…”
Subía las escaleras con el corazón desbocado y una desesperación atroz. Cuando llegué al piso superior no me detuve a buscar oxigeno, eche a correr hacia los dormitorios de chicos.
“Treinta uno…”
Encontré la puerta del cuarto de David o como se nombrara. El pestillo estaba cerrado y sufrí un ataque de ansiedad, la golpeé con fuerzas, tambaleándome y llorando. Las uñas marcaron suaves líneas en la madera mientras que seguía con el ultimo ataque de desesperación.
“Veinte…”
La cerradura cedió de pronto y la puerta se abrió suavemente hacia dentro. La observe por un momento, petrificada.
Entre en la habitación.
“Diez…”
En la cama estaba David, desnudo totalmente, se volvió hacia mí y sonrió maliciosamente. Debajo de él estaba Angélica, igualmente desnuda. Lo que estuvieran haciendo no importaba, intenté acercarme pero el tiempo era mi enemigo.
— ¡¿Qué haces aquí?! –Gritó Angélica intentando zafarse de David, pero él la sostuvo y levantó la mano, de estas sobresalían puntiagudas y enormes garras.
— ¡No!
—Marcada –Dijo David con una voz cargada de éxtasis, sus ojos brillaban llenos de maldad y bajo el brazo de golpe, atravesando con sus garras el pecho de Angélica hasta llegar al corazón. Ella gritó en su lecho de muerte.
“Uno”
La cabeza comenzó a dolerme de una manera descomunal, la visión de volvió borrosa y caí de rodillas al suelo. Dios mío he fracasado… Dios mío, Angélica… la he matado… He fracasado.

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