Capitulo 8

Capitulo 8

Solo pude desperezarme por un momento, antes de que recordara que este no era un lugar de vacaciones, ni tampoco lo que usualmente llamaría una verdadera universidad. Estaba en una prisión y aunque todos intentaban demostrar lo contrario, la sospecha y la parte rebelde de mi ser me instaba a querer quemarlos a cada uno de ellos, para que dejaran su estúpida actuación de niños normales y sobresalieran los monstruos ocultos detrás de esa superficial fachada.
Ahora volvía la parte loca de mis procesos mentales. Tal vez quienes estaban aquí, de verdad habían sido engañados por los secuestradores, o secta satánica o lo que fueran esas personas que nos habían encerrado en Tenebrarum. Puede que esos compañeros, que ahora se encontraban charlando entre si, sobre nuevos novios, nuevas chicas, secretos de otros, algunos trabajos estudiantiles que debían hacer, de verdad pensaran que ellos habían cometido algún crimen atroz, por lo cual tenían que pagar pena en un Reformatorio que distaba de parecer un verdadero sitio creado con el fin de recibir chicos problemas. Podría ser que la infantil y tonta manera de adaptarse a los cambios, había ayudado a que estas personas hubieran tomado los sucesos de su vida con muy poca seriedad. Tantas probabilidades factibles y cada vez pensaba en ellas, esa vocecilla, llamada subconsciente se reía de mi persona y gritaba a todo viento que solo era una ingenua. La mayoría de ellos querían estar aquí, y aunque carecía de la información necesaria para saber porque, tenia esa horrible sensación de iluminación. Este era un lugar peligroso, y si no lograba salir velozmente, estaría acabada.
Javier se encontraba muy descaradamente recostado en su pequeña mesa teniendo una siesta. Hace poco parecía algo sobresaltado en su privado e insustancial sueño. Gracias a Dios, la profesora que había entrado de lo mas nerviosa a dar una sencilla clase sobre matemática, no parecía haberse dado cuenta sobre la actuación perezosa de Javier Noral, y si lo había echo no se molestó en amonestarlo.
Luego de terminada la clase. Sentía la cabeza a punto de realizar una explosión nuclear. Eso era algo exagerado, pero dolía lo suficiente como para querer arrancármela de un hachazo y acabar de una bendita vez con el problema. Por un momento alguna razón, me encontré charlando con dos chicas bastantes peculiares, una de ellas se presentó como Bellonxa (Nombre por el cual estuve a punto de echarme a reír, sino hubiera tenido el presentimiento de que ella sacaría un revolver en cualquier instante para clavarme una bala en el entrecejo), la cual usaba una camisa arremangada, que dejaba mostrar un dragón tatuado a cada brazo rodeado de símbolos chinos. Fumaba algo muy parecido a un tabaco y olía a asno viejo. La otra chica Alanora, tenía una imagen tan distinta a Bellonxa, que era desconcertante su amistad. Ella vestía una blusa (Obviamente blanca; el uniforme del lugar era franela, blusa o camisa blanca con jeans azules oscuro. Lo demás quedaba a tu merced) bastante bonita con una jeans azules oscuros que tenían algunas piedras de siliconas de colores como adorno y unos zapatos converse negros pulcramente limpios, olía a esencia de rosas y su cabello estaba lo suficiente liso como para parecer alguien nacido en Asia.
—Cualquier cosa que necesites puedes contar con nosotras —Decía Alanora  con un acento bastante marcado, cada vez que pronunciaba la “S” se pegaba mucho en el “Ssss” como si se tratara de una serpiente—. ¿Verdad Be? –Bellonxa o Be o lo que fuera asintió abruptamente—. Tengo la sensación que seremos buenas amigas. —Sonrió en un gesto amistoso que inexplicablemente me hizo pensar en esas fotos viejas de asesinos seriales con viseras guindando de sus manos y sangre chorreando por sus dedos.
— ¡Claro! Cualquier cosa te aviso, en estos momentos iré a comer…
— ¿Quieres venir con nosotras? ¡Seria estupendo! Así nos conoceremos un poco mas, me gustaría que nos contaras algo de tu vida. Pao.
Aunque el gesto de Alanora parecía algo forzado… había algo bastante encantador en ella. Estuve a punto de decir que aceptaba acompañarlas cuando Javier (Unos tres puestos más allá) comenzó a moverse bruscamente. Alanora amplio su sonrisa y por un terrible momento vi en sus ojos algo cruel y horroroso. Fue tan fugaz que tal vez lo había imaginado, pero, ahora cualquier ánimo de estar con ella se había esfumado. Disculpándome me dirigí a Javier, el cual había comenzado a rodarse de la mesita y estaba peligrosamente a punto de caer.
— ¡Javier! —Grité zarandeándolo. El sudor perlaba su piel, y apretaba los labios como si contuviera un chillido—. ¡Javier despierta! —Pero no lo hizo, y por un momento tuve la impresión de que algo malo le estaba pasando—. Javier…
—Despierta —Susurró Alanora entrecerrando los ojos, estaba detrás de Javier y su sonrisa seguía allí torcida y extraña, daba la impresión de que disfrutara algún suceso que solo ocurría dentro de su mente.
En ese momento Javier despertó sobresaltado y se irguió en la silla con tanta fuerza que hubiera caído hacia atrás si Alanora no lo hubiera sostenido. Abrió los ojos con una expresión de profundo terror y lo primero que hizo fue llevarse la mano derecha a su ojo para palparlo. El terror pareció mitigar cuando se dio cuenta de que no había nada malo en el y bajo la mano al mismo tiempo que soltaba un resoplido. Dirigió su ya más o menos calmada mirada hacia mi rostro y sonrió dulcemente.
—Gracias. —Fue lo único que dijo, en un bajo susurro, tenia un tono de voz algo ronco, como si hubiera soltado un grito tan fuerte y largo que las cuerdas vocales estuvieran sufriendo una conmoción.
— ¿Por qué las gracias? –No podía dejar de mirar de reojo a Alanora, la cual observaba a Javier con mucho interés—. Solo estabas dormido.
—Yo… —De pronto siguió mi mirada y se encontró cara a cara con la chica de converse negros y sonrisa tonta y retorcida. Por un momento note como la piel de Javier palidecía y sus manos temblaban, solo fue un momento, luego él se volvió hacia mi con una sonrisa cautivadora y a la vez forzada—. Es que tenía una pesadilla, solo eso. Gracias por despertarme…
—Si, lo parecía, aunque la verdad fui yo la que te desperté —corrigió Alanora plácidamente.
Javier palideció aun más si es que era posible. Su sonrisa seguía allí pero sus ojos manifestaban un profundo terror.
—Yo… —llevo sus manos a la cabeza y empezó a castañear los dientes.
— ¿Javier estas…? –Comencé a decir mientras me acercaba, pero, antes de terminar él aparto las manos y parpadeo de manera exagerada.
— ¿Paola? ¿Vamos a comer? —Soltó de pronto. Era como si acabara de despertarse, su color oliva quemado volvió y de nuevo parecía el Javier que había conocido hace algunas horas.
Tal vez no era la única loca en este lugar…
—Seria buena idea, se hará tarde. Estaba invitando a Paola ¿Quieres venir también Javier? Así podemos charlar un rato. El debate de violaciones de seguridad a través de internet será en unas semanas y podríamos hacerlos juntos —Argumentó Alanora. Tenía una expresión alegre y se coloco frente a Javier, como si no hubiera nada raro en su manera de actuar. Javier por su parte también pareció de lo más tranquilo—. ¿Vamos Paola?
—Yo…
—Sera bueno, vamos —Javier hizo una mueca—. Muero de hambre. Como si quisiera aclarar  el punto su estomago inicio una sonora orquesta de rugidos.
—Pero… —Murmuré con un hilo de voz.
No quería ir con ella y menos con su amiga serpiente. Pero no tenía explicación alguna y prefería seguir a Javier que quedarme sola después de todo.
Fuimos al comedor.

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